Dice Concha Gª “No parece haber esencia en la manera de recogerse el pelo”: parece que ahora los modos de componer el peinado no cuentan para el mundo, a no ser que estén dentro de los parámetros de la moda y marquen tendencia –en este momento, la tendencia es la nuca rapada y el flequillo largo de Lisbeth Salander–.
¿Debemos alegrarnos de que algo tan reglamentado en otras épocas de la historia haya quedado por fin sin sentido? Yo creo que sí.
Veamos algunos ejemplos:
En los cultos a las divinidades orientales, las mujeres llevaban el pelo suelto y despeinado, en vez de mantenerlo recogido en el peinado habitual, que normalmente era elaborado y adornado con alhajas, cintas y velos. En las cartas a los corintios, Pablo exhorta a que las mujeres no participen en el culto como personas impuras, dejándose el pelo suelto, sino recogiéndolo en señal de poder espiritual y (según la palabra griega exousia), como poder sobre su propia cabeza.
Sin embargo, Amata de Virgilio pidió a las mujeres que se deshiciesen de las cintas y redes de su cabello como signo de resistencia a un decreto dictado por su esposo, el rey.
Por último, según fuentes judías, el pelo suelto era signo de impureza. La mujer acusada de adulterio era públicamente deshonrada soltándole los cabellos.
En fin, que el cabello ha sufrido todo tipo de restricciones en Occidente: desde ser el depositario de la modestia femenina hasta el distintivo de la clase dominante –durante el largo Medievo los esclavos no podían llevar el pelo largo, sólo los señores–. Eso por no hablar del resto del mundo: algunos pueblos africanos lo tiñen de barro rojo, las japonesas se lo estiran, las sudamericanas se lo trenzan a diario, los militares lo cortan, los actores lo llevan desflecado, las actrices teñido... ¡qué afán!
¡Qué ganas entran de llevarlo descuidado, sin desenredar apenas y bien a la vista, o rapado del todo y olvidarlo!
Cada una de las componentes de esta antología llevamos el pelo de una manera distinta y lo cambiaremos más de una vez de aquí a que salga el libro, como un ejercicio de libertad o de solidaridad o de rebeldía o como queráis llamarlo, propongo que el día de la presentación del libro, vayamos todas con el pelo suelto y lo más largo que podamos tenerlo en ese momento. ¿Qué os parece? Lo dejo escrito en el blog, en público, para que la gente participe también de la idea.
Nota: Quiero que desde aquí les llegue un saludo a los que se manifiestan en Teherán contra el Consejo de los Guardianes o como se llamen. ¡Ojalá pronto puedan llevar el cabello a la vista y como quieran!.
Cristina Morano
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