El viernes amanece gris, y leo en El Cultural: “La dictadura del bloguetariado” ; a veces me gusta como suena lo intelectual, pero no el ritmo de los creadores de opinión, y me gustaría más que tanto erudito se bajase de los cielos a escuchar la música de los ignorantes, de los que por costumbre –según las palomas- desafinamos, y escuchase, también, que la fuerza dominante en la red es un conjunto bastante más amplio en melodías que de lo que se piensa; valga la esperada y prejuzgada “La manera de recogerse el pelo. Generación Blogger” (Bartleby, 2010) de ejemplo; porque sirve, porque la puerta quedó abierta para que otros, si tienen las orejas afiladas, y quieran aplicar el oído, puedan seguir proponiendo. No se me escapa lo que presencié ese mismo viernes por la tarde, a eso de las siete -ya había salido el sol, no obstante, mi buzón de correos tenía un brillo más especial de lo que acostumbra, no era para menos, venía desde Avilés “Fantasías de un cuerpo postrado” de Luis Miguel Rabanal, con ilustraciones de Juan Carlos Mestre, tesoro este, que compartiré, con vosotros, en unos días-. Comencé la ruta en Noviciado acompañado del Kebran, Rafa Sarmentero y Bárbara Butragueño, y antes de llegar la Fnac de Callao parada obligada para el refresco, en el Palentino de la calle Pez; hacía sol, y más calor esperaba un poco después, a las siete; siete de las treces hijas de "La maneras de recogerse el pelo. Generación Blogger" : Isabel Bono, Ana Pérez Cañamares, Déborah Vukušić , Inma Luna, Lola Lugo, Cristina Morano y Silvia Oviedo; más una, Patty de Frutos y su habilidad de realizar cosas extraordinarias; más otra, Olaia Pazos, la guinda de todos los pasteles y , todas ellas, de la mano del chico tatuado, David González, o mejor dicho, de su puño y letra que apuntaló, lo que un año y pico después de su concepción estábamos viendo; con Pepo Paz artífice necesario para producirse el hecho, la magia; José Ángel Barrueco, notario del acontecimiento, la cronología en su prólogo lo certifica. ¿Hacía dónde camina la poesía? No lo sé; -La Herencia, poema (aunque hubo otros tantos, de todas ellas y a cuál mejor, para el simil me quedo con este) de Cristina Morano y que tuvimos ocasión de disfrutar, resume la duda en ese camino- pero sí sé que se volvió a repetir en mí, la misma sensación, en el mismo lugar, más o menos, un año atrás, con Vic Muñoz y sus 23 Pandoras. Amigos que te vas cruzando en este mundo, que calman tu sed; gente como tú y como yo. Poetas con la necesidad de expresar. Poetas que se preguntan. Poetas que te responden. Poetas que cuentan y no por ello mejores, sino sinceros, honestos; no hace falta lucir otro presuntuoso vestido para hallarse y saber que existes. Como existe porque no es ficción “el debut del chico tatuado” la última publicación de David que me trajo desde Gijón y que pronto devoraré, o cómo existen los abrazos que me regala -el mismo David- en forma de libro “poesía popular de las mujeres pastun de Afganistán” y “Franny y Zooey” de J.D.Salinger. Me voy feliz a la cama, rememorando la noche vivida, pensando en la noche siguiente.
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