Aquí estoy para darte un disgusto
O una alegría,
En pijama y sin peinar,
Porque hoy es sábado a la una.
Han vuelto a plantar flores de cemento
Donde antes crecían los enigmas de piedra,
Pero tú ni te has dado cuenta.
¿cuánto tiempo ha pasado?
Aquellas mañanas olían a café con galletas
Y en la inmensa catedral
Me enseñabas,
Como buen calisto,
En qué veíamos la grandeza de Dios.
Cómo no creer en ti,
En tu plabra,
En tu mano enorme
Recogiendo la mía,
Cómo no creer en Dios.
Ya no pataleo los escaparates,
Porque ahora soy yo la que no tiene suelto.
Tampoco les digo a las señoras
Que además de viejas,
Sus caramelos saben a caca de perro,
Porque ellas se han muerto
Y ahora sé realmente
A qué sabe la mierda.
La mierda sabe a encierro
de cuarto de baño
con tijeras, cuchillas
y agua caliente abundante.
Sabe a venas marcadas
Por una goma alrededor del brazo.
A las lágrimas inútiles
Que no derramaste
Cuando saltaba a la cuerda
Con la que me quería ahorcar.
La mierda sabe a desesperación,
A incredulidad,
A todas las derrotas.
Ahora que estamos solos los dos,
Que sólo nos queda esta tarde de sábado,
Déjame que haga un café bien amargo.
Tú, busca dinero suelto en el bolsillo,
Dame la mano
Y hagamos un esfuerzo por creer de nuevo en Dios,
Aunque al final sepamos que todo es mentira.
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