El gran filósofo Nietzsche decía de las mujeres cosas bastantes desagradables: «Las mujeres son tigres o vacas, o a lo mejor pájaros». Y es que a la mujer se le tiene a distancia como a un ser extraño que conserva aún las trazas salvajes de su primer estado. Es animal de lujo o animal doméstico, pero también animal salvaje.
Todo es la mujer, menos hombre, y decimos hombre en el sentido en que siempre se ha usado esta palabra, como sinónimo de humanidad. No hay mujeres que sostengan la prueba de humanidad para el hombre; ella siempre se esconde bajo su pelo.
Para los antiguos, la reina Semíramis era una paloma, para el dramaturgo español Calderón, un pájaro, aún mejor, era hija del aire.
Margo Glantz
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