viernes, 28 de noviembre de 2008

MASANOBU FUKUOKA ( 1913-2008 )




El 16 de agosto murió en Japón un hombre excepcional. Un hombre que renunció de joven a una carrera prometedora, como científico especializado en fitopatología, para dedicarse de por vida a trabajar con la naturaleza, a observarla y cuidar de ella.

Creo, y no es exageración por mi parte, que la vida entera de Fukuoka es un poema. Un largo poema escrito en cada acre, en cada árbol, en cada brizna y planta que amó. Trabajar junto a la naturaleza, curar la tierra de sus múltiples heridas, purificar el espíritu humano forman parte de la senda que recorrió este humilde campesino, nacido en la isla de Shikoku.

No hizo falta que escribiera un solo verso. Las fotografías de su granja lo dicen todo. Allí conviven en perfecta armonía las flores, las hierbas medicinales, los campos de arroz, los cerezos, mirtos y hermosas acacias. Allí, al igual que el artista austriaco Hundertwasser, sus cenizas alimentan la tierra con respeto y cariño. Para ti, Masanobu, toda mi admiración. Lola lugo.

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