lunes, 14 de junio de 2010

Gudo Nishijima: El libro del dragón:

Todo su cuerpo una voz:
colgada del espacio
no se ocupa la campana
de la dirección del viento:
oriente, occidente, norte o sur
siempre entona su sabia canción:
Ding Dong Ding Dong
Ding Ding Dong




HABÍA UNA VEZ UN HOMBRE a quien le fascinaban los dragones. Las paredes de su casa estaban cubiertas con pinturas representando dragones y todos los estantes estaban repletos de esculturas y miniaturas de dragones. De hecho toda su casa estaba llena de imágenes de dragones. Un día un dragón de verdad se asomó por la ventana. Cuando vio todas las figuras de dragones, se puso feliz porque ahí, claramente, vivía un hombre que amaba a los dragones. Seguramente que le encantaría la visita de un dragón real. Pero cuando el hombre miró hacia la ventana y vio al dragón se asustó tanto que se desmayó.

Gudo Nishijima. EL LIBRO DEL DRAGÓN. Introducción, traducción y notas de René Rebetez. Tercer Mundo Editores en su sello Elektra, Santa fé de Bogotá, Colombia, 1994.

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