LA SOMBRA DEL TECHO
Por las noches escuchaba al niño corretear por el pasillo. Miraba al techo y se preguntaba qué hacía un niño levantado a esas horas. Todas las noches lo mismo, a las cuatro en punto. A veces, despertaba a su marido para que lo escuchase también. Aquello era raro. Acababan de instalarse en el piso, apenas conocían a sus vecinos. El niño tendrá algún tipo de problema, pensaba. Noche tras noche, el niño y su carrera infinita por el pasillo. Al día siguiente se levantaba aturdida, con los pequeños pasos del niño en la cabeza. El niño gritaba: ¡Papá! Tendría unos seis años, imaginaba.
Un día se cruzó con sus padres en el portal. Les preguntó: ¿Qué tal el niño? Ellos se miraron sorprendidos. La mujer contestó: Cuando nos casamos decidimos no tener hijos. Un escalofrío le recorrió el cuerpo. Esa noche apenas puedo dormir, ni la siguiente, ni la otra, nunca.
Ana Vega
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