martes, 31 de agosto de 2010

NEGRA Y DE METAL (Lucía Fraga)


No puedo lucir azahar en la muñeca el día de mi boda
O, tal vez, puede que nunca me lleve al altar mi padre.
Yo nací para doncella hasta el matrimonio,
Pero una noche de copas se me rompieron todos los cristales.
Empecé con un gin-tonic y acabé frecuentando un frío motel
A veinte kilómetros de la ciudad y a un abismo de mi mente.

De motel a Hotel, de Copa a Champagne,
De Señorita a Quientuquieras, cariño.

Puede ser que no fuera prudente vestirse de blanco en esta ocasión.
Aunque no tenga ya el himen de porcelana y por mi cuerpo
Hayan desfilado desde abogados a trapecistas dejando sus babas,
Siempre queda un deseo de ser la cenicienta antes de las doce.
No, no me casaré con un tipo que me saque del arroyo.
Perdí la inocencia cuando las otras niñas jugaban a la cuerda.

De motel a Hotel, de Copa a Champagne,
De Señorita a Quientuquieras, cariño.

Yo me diluía como tinta en alcohol creciendo a bofetadas.
Y resultó que el amor era una quimera que se puede ofrecer
Al mejor postor con máster, sin estudios o con carrera.
Drástica gimnástica de golpes pélvicos y púbicos
Por los que te llaman “Puta” en la calle y te adoran
como a una Virgen en la cama.

De motel a Hotel, de Copa a Champagne,
De Señorita a Quientuquieras, cariño.

Las noches histriónicas, histéricas, heladas se llenaban
De ansiolíticos, ginebra y saludos al cuadro de Don Gaspar Melchor de Jovellanos,
Que miraba con reproche
Las fotos familiares recortadas, vacías de mí,
Las colillas, la ropa sucia, las sábanas sudadas
De dos cuerpos que se encontraron.

De motel a Hotel, de Copa a Champagne,
De Señorita a Quientuquieras, cariño.

Mejor para todos que papá haya muerto.
Ya no llevaré velo para tapar ninguna desvergüenza.
Ni me sacará del arroyo ese tipo rico y viejo que dice que me quiere.
Ella fue tomando mi cuerpo y yo fui vendiendo mi alma.
Ésta es la última que chupo. Negra. De metal.
Todo esto quedará perdido.

Menos mal que después no tengo que limpiar.

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