domingo, 1 de agosto de 2010

LUCES, SOMBRAS Y LÍQUIDO DE FRENOS

Cualquier mujer que aspire a comportarse como hombre, seguro que carece de ambición.

Dorothy Parker

Hice mal la elección cuando tocó hacerla,
hice un malísimo cálculo de lo que me esperaba y decidí
que la entrega a la nada
merecería la pena,
claro, que cuando escogí yo pensaba
que no habría pena ninguna.
Al tiempo me doy cuenta de lo poco que rentó aquel pago
a base un sangrado de poemas,
si yo hubiera sabido que mi única ventaja
sería un par de meses alimentada con malas compañías
qué diferente todo,
hasta el entretejido de la rutina laboral
hubiera sido distinto.
¿Y es que acaso no sabías?
¿tanto tardaste en ver
quién era el bueno, quién el feo y quién el malo de la historia?
¿O es que preferiste las manos semiabiertas a las cerradas por abrir?
Que al final no sirve acordarse y decirse improperios
sobre todo si cada dos tardes
recuperas el tiempo perdido
perdiéndote tú entre lugares sagrados y cuentos,
mirándote a los ojos, reconociéndote en otros,
siendo, no digo amado, pero sí apreciado.
Y así los cabezazos que te darías contra la pared
se convierten en risas en esa pequeña esquina
donde se habla de cosas inútiles y bellas,
inútiles como dar tiempo a quien no te lo dará
y bellas como entregar misterios a quien querrá descifrarlos.

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